La hojalata, utilizada como envase metálico para diversos contenidos sólidos o líquidos, es una delgada lámina de acero (hierro + carbono) con un revestimiento de estaño por ambas caras. El acero proporciona resistencia, mientras que el estaño, asegura la inocuidad del contenido neutralizando la agresión de sus componentes químicos a la hojalata y viceversa, así como la agresión de agentes ambientales al exterior del envase.
Sin embargo, el alto costo del estaño ha llevado a los fabricantes de hojalata ETP (Electrolytic tin plate), a buscar un material alternativo al estaño, para envases que no demanden soldadura, dado que, las características de soldabilidad y conductividad eléctrica son las que precisamente hacen elegible al estaño en la fabricación de envases. Así, una parte del mercado de hojalata recubierta con estaño, va cediendo paso al mercado de hojalata recubierta con una capa de cromo y óxido de cromo denominada ECCS (Electrolytic coated chromium steel); también se le conoce como TFS o acero libre de estaño. Este nuevo material, además de ser económico, ofrece una excelente resistencia a la corrosión, adhesión y resistencia al calor.
Reacciones químicas entre el envase y el contenido
Alimentos como la carne, el pescado, el pollo, con alto contenido proteínico, generan compuestos sulfurados durante el proceso de esterilización que pueden formar sulfuros de fierro o, en su caso, sulfuro de estaño al contacto con el envase. El primero forma puntos de color negro y el segundo, puntos de color azul. Los barnices aplicados sobre la hojalata tienen un efecto barrera para evitar los ataques del producto envasado y viceversa. Por lo general, se aplica una fina capa de barniz sobre la hojalata del cuerpo del envase y hasta dos capas a la tapa. Los atributos del barniz y su adecuada aplicación, son elementos clave para contrarrestar el problema de la sulfuración en conservas de alto contenido proteínico y la corrosión.
Barnices
La investigación y desarrollo de barnices ya tiene una larga historia. Desde inicios del S. XX empezó a usarse, en el mercado de envases, barnices interiores a base de resinas oleorresinosas de origen natural, pero luego aparecerían las resinas sintéticas, como las fenólicas, epoxi (epoxi-fenólicas, epoxi-úrea, epoxi.éster), vinílicas, acrílicas, poliéster y organosoles. Cada tipo de resina tiene sus propios campos de acción. Algunas se comportan mejor en el interior y otras en el exterior del envase. Y, tienen sus propias características diferenciadoras, como dureza, adherencia, porosidad, flexibilidad, resistencia (a la sulfuración, acidez, esterilización, salinidad), polimerización (barniz exterior), las cuales deben ser objeto de evaluación en planta mediante pruebas de laboratorio. Los responsables del control de calidad deben evaluar también el espesor de la película de barniz en el cuerpo del envase y el rebarnizado en tapas de fácil apertura. Para las evaluaciones se debe contar con la ficha técnica proporcionada por el fabricante.
Los barnices organosoles forman parte de la familia de los vinílicos (PVC) y vienen ganando terreno en el mercado de envases easy open para contenidos de alto nivel proteínico. Son los barnices ideales para las tapas de fácil apertura para proteger el remache de fijación ante una posible fractura o resquebrajamiento de la resina y pérdida de una barrera efectiva. Se comportan muy bien en envases embutidos. Contiene polvo de aluminio como aditivo para neutralizar compuestos sulfurosos.